jueves, 16 de noviembre de 2017

Minutejos eternos.

Cuando un bar como La Casa de los Minutejos se monta en un barrio popular en 1967 y en 2017 sigue igual; con parroquianos que van a tomar minutejos porque sí, porque los quieren y los pagan, (yo mismo que, desde 1974, sigo yendo, ahora muy de cuando en vez, porque frecuento poco mi  antiguo barrio); uno no puede por menos que quitarse el sombrero.



En un mundo cambiante se agradecen estos lugares inmutables, casi con visos de eternidad, que parecen el dinosaurio del cuento de Monterroso"... el dinosaurio todavía estaba allí"; o la madre de aquella antigua canción de Raimon:

"T'he conegut sempre igual com ara"

Los carteles en el techo entre los que no falta el más célebre: "¿cómo vas a tener reflejos si no comes minutejos?", los taburetillos de madera maciza, bajitos e imposibles en mesas bajitas e imposibles, terrazo en el suelo, la barra corriente, moliente y antigua, de la altura justa para poner el codo en posición  y carteles de bar de barrio - nada de pizarritas modernas con tiza blanca (señor ¡qué cruz!).

Y los minutejos, bien, gracias; como siempre: estupendos. La combinación del pan de sandwich especial de poco espesor con fiambre de oreja de cerdo finamente cortado y pasado todo por la plancha el tiempo justo, de forma que es levemente crujiente por fuera y jugoso por dentro junto con la salsa picante  al gusto; es imbatible para los que adoran esta tapa, (que no deben ser pocos después de 50 años).



El establecimiento está en la calle Antonio Leyva esquina Tomás Meabe, cerca de Marqués de Vadillo y "no tiene sucursales ni franquicias, ni falta que hace: el que quiera un minutejo no tiene más cáscaras que irse a Carabanchel.", como escribió hace 4 años José Ramón Márquez en la columna Estos son los minutejos que cantaba el rey David en el blog Salmonetes ya no nos quedan. Columna que a uno le hubiera gustado escribir tanto por lo que pone, como por la gracia y maestría del estilo. Acaba con el párrafo siguiente:

"El hecho de que la decoración de La Casa de los Minutejos siga manteniendo unas cartulinas con ripios pegadas al techo, que los que se encuentran detrás de la barra no demuestren la más mínima simpatía al cliente y que el horario se cumpla estrictamente a rajatabla hablan muy elocuentemente sobre la inmejorable salud de este negocio."


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