viernes, 7 de julio de 2017

Paisaje Urbano. Concha Méndez

Nos gustan las escritoras y poetas de la generación del 27, esas ilustres desconocidas que no llegaron a figurar en las antologías definitivas. Esas “sin sombrero”, asombro de la sociedad de su época, fueron, a la vez, testigos y protagonistas del gran cambio de su tiempo y sin ellas la historia de las letras contemporáneas no estaría completa. 


Metrópoli de Georges Grosz (1916-1917)
Museo Thyssen – Bornesmiza. Madrid.

De una de ellas, Concha Méndez, es este Paisaje urbano -  quizás el poema en castellano más relevante sobre el vertiginoso desarrollo urbano y tecnológico de los años veinte - que asume la ciudad como espacio privilegiado de la modernidad y como espacio artístico y tecnológico.

Paisaje urbano

Ya pasea la luna por las azoteas.
En las calles y avenidas los perfiles se agrandan.
En el momento lívido, que hace inclinar las hojas
las farolas encienden su luz de madrugada.

Un cielo barnizado de cemento, sostiene
entre sus anchos dedos escasas luminarias.

Por el asfalto ruedan rehilanderas de acero
con sonoros flautines de voces esmaltadas.
Se estremece un tic-tac de pasos epilépticos.
Se disparan a un tiempo cohetes de miradas.

Se juega a serpentinas a través de las lunas
de los escaparates – cintura cinemática -.
Y se ven, dominando las huestes callejeras,
policías ecuestres de ondulantes capas.
Los vastos rascacielos emanan claridades
de las ruedas Catalina y luces de Bengala,
que saltan a la calle, gozosas de perderse,
entre el rumor continuo de todas las pisadas.

Por las profundas venas, el metropolitano
veloz de puerto en puerto, acompasando escalas,
cruzando del suburbio a la gran avenida
en una eterna noche de sombras estrelladas.
Se ha tendido en lo alto, sobre las azoteas,
la etíope danzarina, dulce y desmelenada.

Concha Méndez
Madrid, 1898 – México, 1986



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