viernes, 29 de enero de 2016

Máscaras. Ritos de Invierno en Zamora

Surgidas de la noche de los tiempos, circunscritas a pequeños núcleos rurales, alejadas del conocimiento del gran público y fuera de los circuitos turísticos, subsisten en noroeste de España fiestas y ritos invernales en forma de mascaradas que, pasado el solsticio de invierno, celebran la vuelta de la vida y de los días más largos y, por anticipado, vienen a anunciar la primavera, el renacer de la tierra y la esperanza delas nuevas cosechas.


Zangarrón de Montamarta. (En  turismodezamora.es)

Son máscaras que representan de diversas formas, la lucha del mal frente al bien; con personajes bien definidos y rituales rígidamente establecidos, que moran en le corazón de pequeños pueblos de las tierras de Alba y Aliste, en los aledaños de la Sierra de la Culebra y la raya de Portugal, donde, por cierto, también se celebran este tipo de fiestas invernales.

Las tierras de la provincia de Zamora albergan en diverso pueblos un buen número de estas celebraciones y la Diputación Provincial ha tenido la feliz idea de organizar la exposición "Máscaras. Ritos de Invierno en Zamora", en la que el  fotógrafo Miguel Angel Sánchez y  la periodista zamorana Nuria Tesón (o colectivo Mástesón), ponen imágenes extraordinarias, (55 fotografías de formato 100x70 cm), magníficos textos y documentales de más de una docena de mascaradas de invierno.



Son las que se han conservado y quedan vivas. Algunas, bastantes, probablemente, han desaparecido. Por ejemplo, La Falamendrona de Mahide de Aliste que aún se celebraba en los años cuarenta y cincuenta y de cuyo desarrollo nos dejó memoria escrita Segundo Alonso, misionero claretiano que publicó en La Opinión - El Correo de Zamora, (27 de marzo de 2005), el artículo que pueden leer en la web mahide.eu

También está incluido el artículo en Mascaradas de invierno en la provincia de Zamora, libro póstumo del antropólogo carbajalino Francisco Rodríguez Pascual, publicado en 2009 por la editorial Semuret, excelente publicación definitoria de las farsas que distinguen e identifican la escenificación de las mascaradas zamoranas invernales.


 


Cencerros en todas las mascaradas (Miguel Ángel Sánchez)

Mis recuerdos  me llevan en el pasado al día de San Esteban, el 26 de diciembre, cuando nos íbamos a pasar el día a Villardeciervos con mis tíos y primos y la abuela Agustina y al pasar por Pozuelo de Tábara nos encontrábamos con el tafarrón con su capa de paja y su máscara. Y más atrás oyendo las historias y burradas que me contaba mi amigo Manolo C. del zangarrón de Sanzoles, su pueblo. Y luego, más adelante a mis conversaciones con mi tío Segundo que conservaba vívidos, a sus ochenta años, sus recuerdos de la Falamendrona de Mahide que ya es historia.

Finalizo. Les sugiero leer con detenimiento los espléndidos textos escritos en el catálogo de la exposición por Nuria Tesón, (gracias, Nuria), tanto el completo resumen explicativo Vida que emerge de las sombras, como, sobre todo, el bello y sugerente poema que nos cuenta como fue el invierno de las mil tormentas, el año de "ha un siglo que no hubo tanta agua" - el invierno de 2014 en que se preparó la exposición, con base en Rabanales- cuando todas, todas la máscaras: diablos y cencerrones, carochos, zamarrones... filandorras, pobres, vacas y cencerrones se dieron cita en la quinta de Rabanales.


jueves, 28 de enero de 2016

En el dorso del cielo. Ida Vitale.

En el poema En el dorso del cielo, la escritora uruguaya Ida Vitale postula que lo que ocurre por azar no es casual, llegando a la conclusión de que si no desentrañamos la causalidad de los fenómenos es por una imaginación insuficiente. Y es que profundizar en la imaginación para desterrar el azar y conocer las causas de los fenómenos es, justamente, el núcleo fundamental de la investigación. 




Ida Vitale. Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2015. 


EN EL DORSO DEL CIELO

No es casual
lo que ocurre por azar:
un fragmento de nada se protege
del no ser, se entrecruza 
de signos, impulsos,
 síes y noes, atrasos y adelantos,
trozos de geometría celeste,
coordenadas veloces en el tiempo
y algo ocurre.

Lazos para nosotros pálidos,
son obvios para lo que no ve más,
y nosotros la ventana abierta
desde donde la tela blanca vuela
cubierta de sueños.

Pero uno llama azar
a su imaginación insuficiente.

Ida Vitale (Montevideo, 1923)


miércoles, 20 de enero de 2016

Loco por el tenis. Torrelledó.

¡Hay que ver, hay que ver!, hasta en el tenis hay lío con escándalos sobre posibles amaños que se están investigando a partir de las noticias que han adelantado la BBC y BuzzFeed News, (esta última, que no sé qué es).

Otro bastión que cae. Porque con lo señorial que ha sido el tenis. Antaño, todos de algodón blanco, sin silbidos ni abucheos, silencio en las pistas. Que últimamente ha cambiado y se ha hecho más gritón, pero silban y se menta a la familia de los jugadores mucho menos que en otros deportes.

¿Qué mejor oficio?, se decía uno, que un hijo te salga tenista de fama y tronío. Como Federer, la suprema elegancia; Nadal, todo voluntad y amor propio e incluso - aunque éste un poco canalla - Djokovic, etc. Por no hablar de las antiguas glorias: Manuel Santana y Andrés Jimeno, Rod Laver, Nastase y tantos más.

Pero uno sigue llevando en el corazón ese tenis elegante del "drive, con rodillas flexibles, la raqueta en posición..." o "el revés, con rodillas flexibles, la raqueta atrás".



Loco por el tenis se llama la canción que se animó a cantar Florencio  Torrelledó, periodista radiofónico en los sesenta, después de encargarse de retransmitir las finales de la Copa Davis de 1965 y 1967 que disputó España. En los noventa, la canción fue felizmente resucitada por Gomaespuma. Ahí va un trozo de la letra.

Estoy loco por el tenis, me encanta su juego tan emocionante.
Estoy loco por el tenis, me encanta su ritmo tan electrizante.
Estoy loco por el tenis, y lo quiero practicar
Para ver si mañana soy un Santana, para triunfar.
El juego del tenis va a empezar,
A prepararse todos que vamos a bailar.
Primero el drive, con rodillas flexibles, la raqueta en posición...
Gira, mira, pega y... ¡pang!
¡Qué bueno es el tenis!

Que fue la forma de expresar su amor a tan bello deporte.

martes, 12 de enero de 2016

Perdices y tiberios.

En el bar Bambú, situado en el centro de una de las zonas de bares típicas de Zamora, puede degustarse una de las tapas, a juicio de quien esto escribe, más señeras de la ciudad: la perdiz, que permanece invariada por lo menos desde hace cincuenta años en el mismo bar que sigue en el mismo sitio y con la misma estética de formica y terrazo del tiempo de su fundación.


El bar Bambú

Se trata de una tapa muy elaborada, teniendo en cuenta la época en que se creo, que consiste en un lomo de sardina fresca albardado con un puré de patata suavemente saborizado con pimentón y tomate que va, finalmente, recubierto con un rebozado sin pan rallado que, una vez frito, resulta consistente y crujiente.

La perdiz no es ya la mejor tapa de Zamora, pero es deliciosa. Van saliendo de la cocina bien escurridas y llegan a la barra dentro de esas grandes cazuelas de porcelana rojizas que ya no se llevan. Y desde ellas se van consumiendo por los devotos parroquianos.


Las perdices

No recién hechas que queman mucho, y se pierden matices y sabores, sino simplemente calientes o mejor templadas, las perdices son de lo más auténtico que uno puede tomar en Zamora y son pocas las tapas que las pueden igualar.

La otra tapa insignia del Bambú son los tiberios que vienen a ser mejillones cocidos, bañados o sumergidos por una especie de salsa de bravas no muy espesa a la antigua: sólo aceite, harina, caldo de su cocción, quizás un breve sofrito de cebolla y buen y ahumado pimentón. Alegre pero sin picante e ideal para sopar el pan con el que se acompañan.


Los Tiberios

El bar Bambú, al que se le puede poner cualquier calificativo que se nos ocurra excepto el de ilustrado, luce en sus paredes sendos poemas dedicados a perdices y tiberios. El dedicado a estos últimos nos lleva al primer viaje a la luna del Apolo XI y es como sigue:

Dos astronautas subieron
y en la luna se posaron
mas… ¿sabéis lo que dijeron
los que en Zamora lo vieron
mientras la tele enchufaron?

Pues que aparte del misterio
y la emoción del camino
es mejor (y esto es en serio)
comer tranquilo un tiberio
en el bar de Marcelino.

Finalmente decir que con la salsa de los tiberios se puede napar, (sin bañarla), la perdiz que resulta más gustosa y se convierte, casi, en otra tapa. También con esa salsa se aliñan patatas, con lo que el Bambú se convierte en una de las mejores opciones de Zamora para comer patatas bravas, (si a uno no le importa  mucho que las patatas no estén crujientes).

lunes, 11 de enero de 2016

El domingo es siempre domingo

En una ciudad pequeña como es Zamora, uno de los mayores placeres es madrugar un domingo por la mañana y pasearla. 

Predomina el silencio; no se oyen ni coches ni bocinas. El aire es claro y limpio, sólo perfumado por el olor a cafe y a churros que sale de alguna cafetería o bar abiertos. Se oyen en la lejanía y al paso, campanas de iglesias: primero las de San Vicente y después las de San Juan, por ejemplo.



Es hora de ir hacia el Duero y, sin prisa, verlo pasar. Si eso se hace saliendo de Zamora, desde el barrio de San Frontis y ves, al otro lado del Duero, las murallas y el cimborrio y la torre de la catedral del Salvador; la sensación de felicidad puede llegar a ser inefable.

Vuelvo a oír sonido de campanas y, aunque es de otro país y otra cultura, me acuerdo de la vieja canción italiana Domenica e' sempre doménica, en la versión de Marino Marini que dice en su letra:

Es domingo para pobres y señores
todo el mundo puede dormir tranquilamente.
Ni bocinas, ni sirenas, ni motores...
la ciudad se despierta dulcemente.
....
El domingo es siempre domingo,
se despierta la ciudad con las campanas,
primero el din-don del Gianicolo
al que Sant Angelo responde din-don-dan.

De donde se deduce que la felicidad son momentos.

viernes, 8 de enero de 2016

El nuevo dios

Fechada el 25 de diciembre, en el diario El País del día siguiente, El Roto publicó el editorial del año en forma, como es su costumbre, de viñeta.


45 años después de su inicio, posiblemente, 2015 haya sido el año en que ha explotado la difusión social y mundial de Internet: su entronización. Ya masiva, imprescindible y estremecedora, se ha hecho carne y habita entre nosotros.

El Roto que tan bien ha reflexionado sobre los medios de comunicación, en 2012 veía Internet como "un río rápido, en el que las noticias cambian constantemente, pero sin ninguna profundidad"... y, sin haber cambiado demasiado, se ha convertido ya en "la nueva" religión.