jueves, 26 de marzo de 2015

Un kilo de bioma por persona

Mejorando otras noticias que la actualidad nos ha traído en lo últimos días, a este buzo lo que le tiene ligeramente  inquieto y preocupados es lo del bioma o biota que, según nos hemos enterado recientemente, llevamos todos encima.  


Colonia de Escherichia coli, una bacteria fecal.(EL País)

Para mí, la primera noticia sobre el bioma llegó de la mano del profesor García Olmedo en noviembre del año pasado en la entrada El hombre y sus microbiomas de su blog Ciencia al alioli y tengo que confesar que me impactó. Se preguntaba si no habría que reformular la frase orteguiana de “el hombre y sus circunstancias”. Decía:

Lo de «yo y mis circunstancias» podría cambiarse por «mi ADN y el de los que habitan en mí», ya que estos seres me acompañan a todas partes sin que pueda sacudírmelos. No es cuestión de postular a ese conjunto de seres vivos, nuestro microbioma, como sede del alma, aunque sus componentes sean también inmortales por su capacidad de reproducirse de forma indefinida, pero sí puede afirmarse que afectan de modo importante a nuestras vidas, a los momentos de bienestar y a los de malestar.

Saber que, por ejemplo, nuestra piel está habitada, en según que partes, por hasta diez millones de bacterias por centímetro cuadrado, marea y da bastante vértigo. Y más teniendo en cuenta que como se seguía contando en el artículo (sic) Muchas de estas bacterias no son meros transeúntes, sino rústicos lugareños, adaptados a resistir las inclemencias de cada lugar: erosión de la capa superficial de células, las defensas antimicrobianas del huésped, la sequía, la irradiación ultravioleta, los jabones y los detergentes.

Después seguía con los organismos pulmonares y los centenares de bacterias que, en la respiración, entran y salen continuamente y, por fin, con el repertorio de pobladores del aparato digestivo, influido por  influido por la constitución genética del huésped, la edad, el estilo de vida y la situación geográfica.  

Población de bichos en el aparato digestivo que forma parte de nuestra herencia extragenómica. Heredamos, por ejemplo, una cepa concreta de Helicobacter pylori, hasta el punto de que dicha circunstancia permite dirimir problemas de identificación de antecesores.

Todo lo anterior y algún espectacular descubrimiento ya realizado como, por ejemplo, que el perfil bacteriano de los intestinos de las personas delgadas era característicamente distinto del de las obesa, lo que se explicaría por la presencia de ciertas bacterias en los obesos que contribuirían a obtener un mayor rendimiento calórico a partir de una cantidad determinada de alimento, pueden imaginar que dejó a este pobre buzo atónito y acongojado por todos esos millones de amigos que llevamos dentro.

Y hace una semana en EL PAÍS, esta temática se describe más gráfica y descarnadamente con con el titular Cada persona alberga un kilo de bacterias del  artículo de Emilio de Benito cuya lectura recomiendo vivamente. 

Porque no es lo mismo que te hablen de millones de bacterias que - pobrecicas mías  - te las imaginas diminutas y no dejan de parecerte fruslerías; que te hablen del kilo y pico de bacterias que es lo que pesa, mas o menos, el cerebro o una carrillera de ternera de buen tamaño. Y esto ya son palabras mayores.

Oiremos hablar en los próximos meses de nuestros biotas, ya lo verán. Yo mientras tanto, les aseguro hay canciones que, a partir de ahora, tendrán otro significado para mi y me acordare de mi bioma ipso facto. Por ejemplo, Yo quiero tener un millón de amigos de Roberto Carlos; o Hay un amigo en mi de Toy Story

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