lunes, 7 de abril de 2014

Dos canciones de lluvia

Hay muchas canciones que tratan o mencionan la lluvia. Se ve que es un motivo de inspiración para los artistas. Normalmente no le salen canciones alegres, sino más bien tristes. O, cuando menos, melancólicas. Al buzo le gustan.

En estos días, sólo desde ayer, en que parece que ya nos ha dejado por fin la lluvia, podría ser buen momento de traer alguna canción de lluvia más a La perplejidad. Y elijo dos, ambas de rock o, más bien, de pop-rock sudamericano.

La primera es de 1968. Es Viento,dile a la lluvia que aparecía en el segundo LP de Los Gatos, una de las bandas pioneras del rock en Argentina alcanzando un enorme éxito, vendiendo más de 200.000 copias, lo que unido al éxito de su anterior disco, convirtió a Los Gatos en estrellas del incipiente rock argentino.


En Wikipedia se dice de la canción: Musicalmente el tema es una balada compleja, que recuerda en cierta forma a los primeros temas que en la década siguiente compondría Charly García para Sui Generis, en la que pueden detectarse influencias del blues y de la bossa nova”.

Por su parte, su autor y componente del grupo, Litto Nebbia, comentó de Viento, dile a la lluvia: “Una armonía simple, pero en esa época, muy pocos sabían los acordes de paso que llevaba. La melodía es una cosa muy fuerte, de ésas que pueden perdurar cien años. Sumá estos detalles. Era la primera vez que una canción en ritmo lento llega a ser un hit representativo para la juventud, y también la primera vez que para referirnos a la libertad se habla metafóricamente…”

Una delicia de canción que, tenía razón Nebbia, ha perdurado. De momento casi cincuenta años.

La segunda, Llueve sobre la ciudad, es chilena y más moderna. Son el grupo Los Bunkers y es de 2005. 


La canción comienza tenuemente con la voz solista y un piano eléctrico, va in crescendo a una especie de música de carrusel que da paso al estribillo pegadizo y super pop que se canta a coro. Se repite con variaciones ligeras en la letra. Después, un intermedio con un solo muy apañado del mismo piano eléctrico da paso otra vez a la música de carrusel y al estribillo:

…llueve sobre la ciudad
ya no queda nada más
llueve sobre la ciudad
ya no queda nada y tu no estás.

que se adorna y alarga hasta el final de la canción, que en su conjunto es sorprendente y pegadiza, marchosa: pop por la cara. A Gonzalo Garrido seguro que le habría encantado.

Al buzo le suenan Los Bunkers, un poco, a The Eels. No se explica, sin embargo, cómo este pedazo de grupo es tan poco conocido en España.

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