lunes, 28 de abril de 2014

Hilo de seda. Alfonso Saínz

Después de ser uno de los grupos pioneros del pop rock español y de haber sacado un buen puñado de discos sencillos desde 1961, Los Pekenikes entraron en 1966 en su época de oro. En efecto, asentados en la casa Hispavox y bajo la sabia producción de Rafael Trabuchelli, pusieron en el mercado su primer LP, de mismo título que el nombre del grupo, en el que sólo había música instrumental. El motivo, en un grupo que acostumbró desde sus inicios a mezclar temas vocales e instrumentales, era sencillamente que se habían quedado sin vocalista y, comercialmente, había urgencia de sacar el disco ante la competencia que venía de Los Brincos.


En ese momento surgió el milagro de unas composiciones magistrales, imaginativas y frescas, que sobrepasaban la imitación del rock foráneo y las versiones, para introducirse en una singular y original senda que triunfó rápidamente tanto en España como, aunque en menor medida, en el extranjero.

A pocos días de su fallecimiento conviene recordar y recalcar que Alfonso Saínz Amorós fue el alma de esos Pekenikes, ya que fue el compositor de la mayoría de ese puñado de canciones inolvidables que dejó el grupo. Así, son composiciones suyas Tiempo y ritmo Hilo de seda, Lady Pepa, Frente a Palacio, Troncos huecos, Arena caliente  y Cerca de las estrellas; y fue coautor, entre otras, de Embustero y bailarín y de Frente a palacio.


Alfonso Sáinz, sentado en el centro, con Los Pekenikes 
(De Tony Luz en EL País)

Hoy en El País, Diego A. Manrique ha publicado un artículo In memoriam de Alfonso Saínz (Ver nota) en que hace notar como se manifiesta en Los Pekenikes el dilema eterno en que ha vivido – y vive – el rock español desde sus orígenes hasta hoy: entre el deseo instintivo de reproducir fielmente los hallazgos anglosajones y el impulso de buscar una personalidad original tras explorar las formas autóctonas. No era difícil dejarse llevar por la fácil imitación porque al fin y al cabo, como dice Manrique“Para los grupos, la consigna era grabar éxitos foráneos: “si ha funcionado fuera, tendrá que funcionar aquí”. El eclecticismo de Los Pekenikes les fue ganando margen de libertad.” 

Sigue, a continuación, contando cómo Hispavox cambió de estrategia con Los Pekenikes, como Trabuchelli dirigió hábilmente esa etapa de madurez del grupo con la confirmación de Alfonso Saínz como gran compositor. Y describe así su música:

Un salto sideral. Facturaban grabaciones de alto nivel: se multiplicaban metales y teclados, flauta y trompeta adquirieron protagonismo, entraron instrumentos acústicos, las voces quedaban reducidas a pinceladas, a veces sumaban orquestaciones. Musicalmente, habían roto los corsés: se trata de luminosa música pop, a veces con ecos de partituras clásicas, una música generalmente cálida y melódica. Lo testimonian éxitos como Hilo de seda, Lady Pepa, Cerca de las estrellas, Frente a palacio o Arena Caliente.

Pero en aquella época el negocio musical no era tan claro como ahora y muchos de los músicos más válidos tenían otros planes y otras  perspectivas vitales. Alfonso Saínz, de modo asombroso, había simultaneado ese periodo mágico de Los Pekenikes que fue de 1966 a 1968,  con sus estudios de medicina, por lo que poco después decidió dejar profesionalmente la música y se fue ejercer la medicina a Estados Unidos, abandonando prácticamente – salvo regresos intermitentes a la música en los años setenta y ochenta, generalmente con canciones de tipo romántico – su carrera musical.


Al buzo le fascinan Los Pekenikes y conocidas las circunstancias del abandono de Alfonso Saínz en la cima del éxito del grupo, le intriga pensar dónde podrían haber llegado como grupo y  cómo podría haber derivado su estilo musical. Viéndolo en términos de evolución biológica es como si estuviéramos ante una especie animal de buena calidad y condiciones que, de forma no muy comprensible, se extingue mientras otras especies colindantes, no mejores precisamente, habrían sobrevivido, (lo que le lleva a comprender de modo empírico que en la evolución, no sobreviven los mejores, sino, digamos, los mejor adaptados).

Aunque no es fácil elección, yo me quedaría con dos canciones de Los Pekenikes  compuestas por Alfonso SaínzHilo de seda y Cerca de las estrellas. En Hilo de seda está el sonido, la elegancia, la contención y el espíritu de ese 1966; una combinación de una melodía sutil con la trompeta en sordina - tocada por el propio Alfonso Saínz - , un ritmo llevado magníficamente por un contrabajo muy acentuado y unos trozos corales cortos y sugerentes. Eterna.


En Cerca de las estrellas arriesgan más. Hay sonidos de instrumentos electrónicos nuevos, una voz nasal y arrastrada del batería (David Arribas imitando en el físico descaradamente a John Lennon), un solo de guitarra espléndido, que parece mentira que se hiciera en España en 1968 y el primer aire psicodélico en el pop español. Es eterna, también.

Notas

1. Han surgido algunas voces reprochando al grupo PRISA, y en especial a Diego A. Manrique su tardanza en reaccionar ante la muerte de Alfonso Saínz. Ver:   https://elmundano.wordpress.com/2014/04/18/alborotados-adios-a-alfonso-sainz/

2. Información detallada sobre Los Pekenikes, su historia, componentes y grabaciones puede obtenerse en la página web La Fonoteca. Resulta muy interesante la página web http://alfonsosainzmusic.com/. En ella se encuentra una interesante autobiografía de los años de infancia de Alfonso Saínz Amorós.
  

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