jueves, 9 de mayo de 2013

El Paro, más o menos.

En los ambientes técnicos y de gestión de la calidad, hay un aforismo muy conocido que dice que no se puede conocer ni, mucho menos, mejorar aquello lo que no se mide correctamente. Viene a cuento la frase, ante el espectáculo de una sociedad, la española, que maneja las siguientes dos cifras para indicar el paro: 6.202.700 personas, según la EPA  , (realizada por el Instituto Nacional de Estadística - INE), del 25 de marzo; y 4.989.193 desempleados, según los registros del SEPE: Servicio Público de Empleo Estatal el 6 de mayo.


Sede del INE (Madrid)

Como podrán suponer, estas cifras son utilizadas de formas muy diferentes por según qué quienes y en según qué dóndes; y siempre se ha de echar mano de explicaciones más o menos afortunadas, tanto cuando se utilizan en plan brochazo, como cuando se quiere hablar de ello en serio. (Ver nota).

Sin embargo, el buzo piensa que, ante la diferencia de 1.213.507 entre ambas cifras, (repito: 1.213.507, que supone un 24,3% ó un 19,56% de  diferencia, según tomen como referencia una u otra cifra), no podemos más que llegar a la conclusión de que se están midiendo conceptos distintos; y por lo tanto, habría que nombrarlos de forma diferente.


Ello podría hacerse de diversas formas. Una primera, y radical, opción sería utilizar sustantivos diferentes. Habría que inventar palabras nuevas, pero podrían utilizar la misma raíz. Por ejemplo: Parepa, para el primero, (o Parepo, para que suene mejor manteniendo el masculino), procedente de las contestaciones a la EPA;  y Parinén para el segundo, (en memoria del antiguo INEM, que castellanizaría su terminación, haciendo “n”).

Otra forma, podría ser añadir un rotundo adjetivo que los diferenciara claramente y que nos trajera de forma clara su procedencia. Por ejemplo, para el de la EPA: Paro contestado, (por lo de la contestación a la encuesta); y para el otro: Paro apuntado; por lo  de que se registra y tal. (Aunque esta solución parece sosa al oído, gana mucho, créanme, si se piensa en ella con la terminación más en “ao” que en “ado”). Posiblemente, en todo caso,  ganaría poniéndolo en inglés.

En una tercera vía, podríamos, al igual que ocurre en el flamenco, añadirle a la palabra paro el ancestro del que procede. Tendríamos así, en un caso el Paro de la Epa y, en el otro el Paro de la Iné”, volviendo a acordaros del antiguo INEM.

Así sabríamos (¿o no?) de qué hablamos exactamente, cuando hablamos de las cifras del paro en España.

Nota:
Sobre las cifras del paro juvenil, es muy interesante el artículo El enigma del paro juvenil,  de William Chislett, publicado el 29 de abril en EL PAÍS.

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