martes, 21 de mayo de 2013

Comprender la relatividad

La foto que ilustra, en la edición papel de El País de ayer,  la noticia de la posible revisión de las condenas actuales de O. J. Simpson, es patética. En ella avejentado, gordo y canoso aparece en la vista, esposado y con cadenas en manos y pies, el otrora afamado deportista y actor, actualmente condenado a dos penas de quince años por robo a mano armada a las que fue condenado en 2008 y por las que, si no tiene éxito en esta revisión, es posible que termine sus días en las cárceles americanas.


O. J. Simpson en 1990 (Wikipedia)

Lo que me trae a la mente, las protestas y jeremiadas que se producen en este país ante determinadas sentencias, (como por ejemplo habidas en la Operación Puerto), en la que se muchos se escandalizan y rasgan las vestiduras por lo exiguas que le parecen las penas asociadas a las sentencias, que hubieran querido que fueran de años y años, ( y es que ¡no hay derecho, y tal!).

Parecen no darse cuenta de que las penas son relativas y todo va en proporción con las penas máximas del sistema. En USA el tope máximo es la pena de muerte o la cadena perpetua, (reales). Por ello, en proporción, un robo a mano armada son quince años también reales. Además del asunto, (bastante desagradable y denigrante, por cierto), de las cadenas, esposas y demás parafernalia.

En España, en cambio, veinte años parece ser el tope absoluto para lo más grave: un asesinato igual a 20 años; dos asesinatos igual a 20 años…etc. Que pueden quedarse en menos con las reducciones de penas. Entonces: ¿Por cuánto es lógico que salga  en España un robo a mano armada?; ¿y por hacer unas transfusiones de EPO o suministrar unas pastillas?

Pues eso. 

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