martes, 4 de diciembre de 2012

Pérdidas

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Los versos de Jorge Manrique, acerca de cómo se pasa la vida y cómo se viene la muerte tan  callando, posiblemente encierren la mayor sabiduría sobre la condición humana puesta en frente de su destino. Nada hay más cierto y presente en la vida que la muerte y, sin embargo ¡ cómo viene siempre de silenciosa! ¡ cómo ni se espera ni se entiende!

Así, en estos últimos días han muerto Tony Leblanc y Juan Carlos Calderón; y nada podemos hacer frente al dolor y zozobra de su pérdida.


De Juan Carlos Calderón se ha recordado ampliamente, en estos días, su calidad como compositor, su versatilidad como arreglista y director musical y su capacidad y dominio como productor, (ver www.juancarloscalderon.com). Todo eso hizo y muy bien, desde una gran formación musical, del  jazz a la música pop y desde España al panorama internacional; con unos niveles de calidad, modernidad y sofisticación extraordinarios. Este buzo quiere glosar, de su figura, sólo dos momentos. 


En el primero tenemos a  Juan Carlos Calderón cómo  director musical de todos los discos de Cecilia, arropando, con sus fabulosos arreglos y armonías, las composiciones e interpretaciones de  la formidable cantante que irrumpió como una bocanada de aire fresco en la España de 1972 con Dama, Dama y que nos dejó, en un terrible accidente de tráfico – N-525, cerca de Benavente, en la antigua carretera a La Coruña, en agosto de 1976 – tan pronto. 


Otro momento es uno de sus trabajos en Estados Unidos. En 1982 participó en el disco Fandango, de Herb Alpert, componiendo más de la mitad de las canciones. Ruta 101 o el tema Fandango, que da título al álbum, son canciones magníficamente construidas para el estilo del trompetista californiano: alegres, sofisticadas y fáciles a un tiempo; muestra de su gran altura como compositor de música instrumental, sin desmerecer para nada frente a otros compositores y arreglistas americanos de la época. 

De Tony Leblanc, nada diremos hoy, salvo que si hubiera nacido en USA bien pudiera haber llegado a ser un Cary Grant o si en Italia, un Vittorio Gassman.

Nada podemos hacer frente al dolor y zozobra de la pérdida de estos dos grandes artistas. Solo recordar su vida y obra, y hallar – como acaban las coplas de Manrique – consuelo en su memoria.
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