lunes, 4 de junio de 2012

Cajitas de Pandora


De Pandora, que según la mitología griega fue la primera mujer hecha por orden de Zeus – el cual  encargó a Hermes que la dotara de mentiras, seducción y un carácter inconstante -  lo que nos ha quedado al común es el dicho de  “abrir la caja de Pandora” para significar alguna acción o acciones por las cuales el destino nos inunda de males y desdichas en grado sumo e irremediable.

Mal negocio, por tanto, abrir cajas de Pandora y, también, malhadado destino el de aquel o aquellos a los que, queriendo o sin querer, las abren o les toca abrirlas. En este país, sin embargo, parece haber bastante  afición a  no dejar de abrir “cajitas” de Pandora, aunque ni venga a cuento, ni les corresponda a los que las abren.


Pandora. Alexander Cavanel. 1873.
(Wikipedia Commons)

Así, Cayo Lara, lleva varios días diciendo por ahí, y a todo el que tiene a mano, que “ya estamos intervenidos”. A Durán y Lleida, según oyó que dijeron en Alemania que por aquí abajo hacemos mucha fiesta,  le faltó tiempo para rubricarlo y repetirlo bien alto, ( queriéndose referir, probablemente, no a Cataluña sino al sur de España, aunque me temo que para Merkel del Danubio para abajo todo es el mismo sur). Y este último fin de semana, que parecía tranquilo, el diputado popular Beneyto, en entrevista concedida a EFE, nos ilustra con que “una eventual intervención de España no sería el Apocalipsis”. Por ejemplo.

Y así todos los días, con lo cual ya se ponen en marcha las espirales de los informativos, las televisiones, los tertulianos…etc. Y, otra vez,  se pone en marcha la máquina de repetir las desgracias que ya sabemos: lo de Bankia, lo de lo mal que estamos…etc. Que no sirve ni para avisar a los del Financial Times o a los de Standard and Poor’s, que ya lo saben; ni tampoco, por supuesto, para solucionar los problemas que tenemos. 


El Almirante Nelson.
L. Francis Abbott. 1800.
(Wikipedia)

Para lo único que sirven  es  para que aumente el barullo y para que no decaiga ni la depresión ni nuestra aflicción. Mientras tanto, que todo hombre cumpla con su deber – que fue la arenga que el almirante Nelson soltó a los suyos antes de la batalla de Trafalgar – aquí parece difícil tarea.
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