lunes, 13 de junio de 2011

Guía de perplejos (1)

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El observador perezoso, JSB,  lector de este blog y amigo del buzo, en las últimas entradas y a base de comentarios, ha venido analizando de modo teórico y en detalle las diferentes  causas de la perplejidad, esbozando una guía para perplejos que me ha parecido interesante traer a la página principal.


 Robert Graves and Didier Madoc-Jones/London Futures
Tomado de www.fronterad.com


Previo a la guía propiamente dicha, al buzo le parece necesario ilustrar el origen y etimología de la palabra perplejidad. En la página web: http://www.elcastellano.org/, leemos:

perplejo: Proviene del latín perplexus, formado con el prefijo reforzativo per- y el participio pasivo del verbo plectere, que significaba ‘tejer’, ‘enredar’, ‘dar muchas vueltas’, ‘torcer’. Llegó a nuestra lengua a través del francés antiguo perplex.

Se ha dicho que este término es una alusión metafórica al hecho de que la perplejidad es una especie de nudo intelectual, como el enredo sugerido por plectere. Perplejo aparece registrado por primera vez con su forma actual en el diccionario de Terreros (1780), que define su significado como ‘dudoso, indeterminado’, pero se usaba ya desde el siglo XIII bajo la grafía antigua: perplexo, como en este trecho de la Gran conquista de ultramar:

“E por ende estaua muy perplexo que no sabia a qual destas cosas se acoger.”

Para cerrar este punto digamos dos cosas. Primero que la misma raíz -plectere- de que procede perplejo, da también lugar a complejo y a complejidad. Segundo que perplejo y perplejidad es  estado o cualidad que sólo puede aplicarse al hombre y no a cosas ni a animales.

Y sin más, pasemos a la Guía propiamente dicha compuesta por el observador perezoso.

Guía de Perplejos

Como el Buzo parece que se dedica al aspecto musical de este perro mundo, dejando de lado la fascinación por la perplejidad, este observador va a presentar alguna de las fuentes de la perplejidad y los remedios para poder superarla.

Me gustaría intitular este empeño usando el título de la obra de Maimónides, “Guía de perplejos”, allá va esta primera píldora:

1.- La contradicción
 
Según la definición aristotélica clásica se expresa el principio de contradicción como “una cosa no puede ser y no ser a la vez”. Esto al menos en la “lógica analítica”, ya que la “lógica dialéctica”, admite la contradicción. Yo me decanto por la primera, pero creo que tal y como está expresado este principio es incompleto y da lugar a perplejidades.

 

Pienso que implícitamente hay que suponer que se quiere decir que “una cosa no puede ser y no ser a la vez en el mismo instante”. Si no se completa así la definición, no es extraño que la contradicción sea una fuente de perplejidad.

Creo que no es necesario poner ejemplos ya que todos podemos comprobar que las cosas y las personas pueden cambiar radicalmente, de modo que lo hoy nos beneficia, mañana puede perjudicarnos, lo que hoy es deseable, mañana es aborrecible etc.


Os presento una segunda fuente de perplejidad:


2.- La paradoja

Con este término quiero expresar los efectos imprevistos que se producen respecto al resultado de nuestras acciones, en relación con las consecuencias que pretendimos al llevarlos a cabo.Con esto quiero decir que si somos dueños de nuestros actos, no lo somos de sus consecuencias. Así por ejemplo, deseando beneficiar a alguien, o a nosotros mismos, lo que ocurre es un perjuicio ajeno o propio.La conciencia de la diferencia entre las acciones y sus consecuencias evitaría un buen número de perplejidades, y creo que el fundamento de la virtud llamada prudencia.

(Continuará)

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